Autor: ShinSolo
Traducción: Mafe Jeevas
Datos originales del trabajo
Clasificación: Adolescentes y adultos
Categoría: M/M
Parejas: Jared Leto/Tomo Milicevic
Publicado: 2013-07-06
Notas originales del autor
Resumen: Tomo sabía que si dejaba que sus ojos de detuvieran en la
forma en que el tenedor de Jared giraba en el espagueti, o la forma en que su
lengua se asomaba pícaramente para reunir un poco de salsa, todo estaría
acabado. Sus mejillas se enrojecerían y la sangre viajaría directo a su
entrepierna. Pero siempre y cuando no mirara, todo estaría bien. ¿Cierto?
Notas del traductor
Esta obra le pertenece a la escritora ya citada, la cual respondió a mi petición y aceptó que tradujera sus historias. Muchas gracias.
Si tienen la oportunidad, visiten su trabajo original y
comenten lo que opinan acerca de su obra.
Este escrito es enteramente ficción y no tiene otro
propósito más que el de entretener a las personas que disfrutan de ello. Los
personajes implicados en la historia son sumamente respetados, y el objetivo de
esto nunca ha sido ni será el ofenderlos de ninguna manera.
--o--
Cuando no estaban de gira, las
posesiones preciadas de Tomo estaban guardadas al fondo de su clóset, una caja
solitaria oculta debajo de una pila de viejas ropas y detrás de sus maletas
vacías. Permanecían allí, sin ser tocadas ni vistas, excepto por las raras
ocasiones en las que Tomo no podía soportarlo más y tenía que sacarlas,
echarles un vistazo y presionar sus labios contra sus superficies lustrosas y
sus dorsos de pergamino. No sucedía muy seguido, y no era exactamente un
problema, pero aún no se permitía tirarlas, nunca sabía cuándo podría
necesitarlas.
De gira, Tomo tenía que ser aún
más cuidadoso con ellas. Tenía que ordenar su colección entera, eligiendo cinco
o seis máximo y sellándolas dentro de un gran sobre café. Vivían dentro de ese
sobre, con el nombre de Tomo escrito a lo largo de la solapa negra y pegado en
la parte inferior del colchón de su litera. Por las noches dejaba que sus dedos
se deslizaran entre esta y la pared, y se introdujeran debajo, topándose con el
papel de la envoltura. Y cada noche caía dormido con una sonrisa en su rostro,
soñando con el hombre en las fotos—el mismo hombre que dormía sin saber nada al
otro extremo del estrecho pasillo que los separaba—sus manos enguantadas
cubiertas con pastel, sus labios sensuales manchados de glaseado.
Usualmente Tomo no dejaba que su
extraña obsesión fuera un obstáculo. Cuando le pedían que comiera con Jared,
mantenía sus ojos principalmente en su propio plato y seguía cualquier
conversación que estuviese a la mano. Sabía que si dejaba que sus ojos se
detuvieran en la forma en que el tenedor de Jared giraba en el espagueti, o la
forma en que su lengua se asomaba pícaramente para reunir un poco de salsa,
todo estaría acabado. Sus mejillas se enrojecerían y la sangre viajaría directo
a su entrepierna. Pero siempre y cuando no mirara, todo estaría bien. Así que,
que importaba que Shannon asumiera que era de estómago débil cuando veía comer
a los demás. Ni tampoco importaba que Jared lo molestara sobre sus hábitos al
comer, llamándolo un maniaco de la limpieza. Tomo dejaba que los demás pensaran
lo que quisieran. Estaba seguro de que ninguno de ellos era consciente de lo
que realmente pensaba cuando se masturbaba en su litera. Era más fácil si ellos
no lo sabían.
Sin embargo, cuando vives y
trabajas con personas de una forma tan cercana como lo hacían ellos tres,
realmente era sólo cuestión de tiempo antes de que alguien diera un paso
equivocado. Secretos eran descubiertos, amantes eran sorprendidos, se hacían
ebrias confesiones. Algunas veces después de pasar semanas en la carretera, en
los espacios de a veces veinticuatro horas entre presentaciones, o después de
sentarse frente a un tablero de sonido sin obtener resultados por días, la
gente simplemente se sentía con ganas de hablar, de contar cosas. Tomo aún recordaba
el día en que había perdido la cuenta de cuántas veces Shannon había salido, en
lo que parecía la milésima vez en menos de tres horas. Había tirado sus
baquetas con tal fuerza que una de ellas había quedado clavada en la tabla roca
de la pared contraria. Todos guardaron silencio y las paredes del estudio
parecieron cerrarse a su alrededor, y después súbitamente Shannon lo había
dicho. Tomo juró que las palabras “soy gay” habían hecho eco en las baldosas a
prueba de sonido, y nadie supo que decir, ni siquiera Jared. Cuando retomaron
los ensayos finalmente, la ejecución de Shannon era perfecta, y Tomo le
dedicaba una sonrisa reconfortante entre canciones. Y aunque nunca hablaron de
ello como grupo, el saberlo les hizo volverse más cercanos. Algunos secretos tenían
ese efecto, pero Tomo seguía dudando de que este fuese un secreto de ese tipo.
Anteriormente ese mismo año, en la
fiesta de cumpleaños de Shannon, Tomo había estado más cerca que nunca de meter
la pata. Fue incluso tan lejos como para besar a Jared, para probar la dulzura
del helado mezclada con el extraño sabor casi almendrado de los labios de
Jared, para sentir la forma en que el frío se mezclaba con la calidez en
violentos remolinos dentro de su boca. Para sorpresa de Tomo, Jared abrió la
boca, devolviendo el beso sin vacilar ni un momento. Pero sus ojos azules
estudiaban a Tomo un tiempo después, preguntándose silenciosamente qué motivos
pudo haber tenido Tomo para besarlo. Honestamente, ni el mismo Tomo sabía
tampoco el porqué lo había besado. Sólo había surgido algo sobre la forma en cómo
Jared volcaba su cuchara con cada mordida que tomaba, chupando cada gota de la
crema del metal. Y aunque Tomo juraba haber escuchado a Shannon y Jared
discutir sobre aquello la mañana siguiente, desde el momento en que sus labios
se separaron, el beso sólo se convirtió en otra de las cosas de las que nunca
hablaban. Desde entonces, Tomo se sorprendía constantemente tocando sus labios
y preguntándose si Jared aún sabía a almendras mezcladas con un ligero toque de
vainilla.
Tomo nunca se dijo a sí mismo que
debía permanecer lejos de Jared. Nunca se encontraba jurando silenciosamente que
nunca lo tocaría de nuevo, que nunca trataría de besarlo una vez más. De hecho,
Tomo sabía muy bien que si alguna vez tuviera la oportunidad, lo haría. Sólo
que dicha oportunidad nunca regresó. Estaban ocupados trabajando en el nuevo álbum
y Jared comenzó a pasar las noches en vela, lo que hizo que Shannon casi
enloqueciera de la preocupación. Los meses pasaron y lentamente el álbum comenzó
a tomar forma. Jared comenzó a saltarse más comidas de las que tomaba, y cuando
Shannon traía comida al estudio, Tomo estaba normalmente demasiado ocupado en
su propio trabajo como para prestar realmente atención a la forma en la que
Jared comía. Pitas vegetarianas y comida china para llevar no tenía el mismo
efecto para él, de todas formas.
No fue sino hasta finales de
agosto, sólo una semana antes de su treintavo cumpleaños, que Tomo se topó con
algo a lo que no podía ignorar. Un sueño húmedo en persona.
Había llegado temprano, debía de
admitirlo, y sabía que Jared probablemente haría algo para su cumpleaños—especialmente
porque eran sus treinta y Jared creía que era de mala suerte no celebrar las
décadas cumplidas—pero aún así no se esperó llegar antes que Shannon al
estudio. Tampoco había previsto encontrarse con Jared inclinado sobre la mesa,
sus dedos aplastando lo que parecía ser una pulgada entera de glaseado azul
brillante sobre un pastel de dos capas, que Tomo descubrió después, había sido
horneado por el mismo. El aliento de Tomo se atoró en su garganta mientras
miraba cómo Jared chupaba el primer dedo, su lengua removiendo hábilmente cada
gota de la dulzura azucarada color azul que lo cubría. Era de lejos una de las
cosas más sensuales que había visto a Jared hacer con un pastel, y ya lo había
visto hacer un par de cosas—incluso tenía fotos para probarlo. Lo había visto
tomar puños de dicho alimento y arrojarlo sobre toda la gente a su alrededor.
Había visto a Jared alimentando a su hermano, echando más sobre su rostro que
su boca en sí. Le había visto quitarse lentamente los guantes sin dedos y
chupar la tela con su boca, saboreando los pedazos de pastel que aún se
encontraban en ellos. Pero ninguna de esas cosas había hecho que se le cortara
la respiración y que sus rodillas temblaran tan rápido.
Jared le sonrió a Tomo cuando lo
notó parado allí, y los ojos de Tomo cayeron en una pizca de azul en la esquina
de esa sonrisa, la pequeña mancha de dulce que su lengua había pasado por alto.
Antes de que se diera cuenta de lo que hacía, Tomo cruzó la habitación y sujetó
a Jared contra la pared cercana a la mesa, una mano presionada contra el hombro
de Jared y el otro brazo estirado,
recorriendo sus labios con sus dedos. Estaba temblando, pero no le importaba.
No iba a perder otra oportunidad, al demonio con lo que Jared considerara raro.
“¿Tomo?” Jared susurró, sonando
casi tan inseguro de sí mismo como Tomo se sentía. Una vez más sus ojos se
encontraron con los de Tomo, preguntando y buscando algún signo que indicara
una respuesta, pero esta vez Tomo no dejó que esos ojos lo detuvieran. Antes de
que Jared pudiera decir algo más, su boca estaba sobre la suya, besándolo con
más hambre que la que había tenido antes, en la fiesta de Shannon.
Un gemido se deslizó de la garganta
de Tomo y se coló en la boca de Jared, su lengua buscaba en el beso cada pizca
de la dulce cubierta que pudiera hallar. Su cerebro registró vagamente que
Jared sabía a almendras, pero Tomo lo dejó de lado al mismo tiempo en que Jared
se deslizó contra la pared camino al piso, llevando a Tomo consigo. Tomo había
esperado que lo empujara, le diera una bofetada tan fuerte que le dejara un
moretón, incluso que le escupiera o gritara que lo estaban violando. El pensamiento
de que de hecho se rendiría, de que lo querría, nunca había cruzado por la
mente de Tomo.
Camino abajo el beso nunca se
rompió, Tomo se separó sólo después de que sus manos jalaron las ropas, y
después de que el impacto inicial de besar a Jared Leto había disminuido sólo
lo suficiente para que recobrara algo de consciencia. Presionó un dedo contra
los labios de Jared, acallándolo antes de que pudiera preguntar por qué Tomo de
había detenido, y se estiró hacia la mesa, tomando un puño del viscoso pastel.
Sin perder el ritmo, Tomo esparció el pastel sobre los labios de Jared,
empujándolo dentro de sus labios abiertos, frotando el color azul contra su
piel pálida, trazando líneas suaves sobre su barbilla y hacia abajo por su
garganta.
Jared entrecerró los ojos y
escupió parte del pastel para poder decir “Así que esto es lo que has querido
hacerme, huh?”
“En parte…” Tomo respondió con una
sonrisa, inclinándose para lamer más de la cubierta en la mejilla de Jared. Y
cuando lo atrajo hacia sí, besándolo más fuerte que antes, Jared sabía aún más
al paraíso. “Eres tan mío ahora.”
Jared gruñó en la boca de Tomo y
mordió su labio inferior, trasladando pedazos de azul y chocolate a los labios
y el rostro de Tomo mientras luchaba por controlar el beso. Tomo no estaba muy
ansioso por perder el control de la situación. Sus dedos tomaron un puño del
cabello corto de Jared y jaló bruscamente su cabeza hacia atrás. La boca de
Jared se abrió y enterró sus uñas cortas en el costado de Tomo, una orden, un
reto mudo que no dejaría que Tomo tuviera el control de la situación. Sin
embargo, a pesar de ser más joven, Tomo seguía siendo más grande y pesado que
Jared, y Jared sabía que no tenía oportunidad. Tomaba más que una disposición
para dar órdenes y un bonito trasero para que Tomo dejara que alguien más
llevara el mando si a sexo se referían.
Tomo jaló la cabeza de Jared aún
más hacia atrás y mordió su garganta, había menos pastel en esa parte de su
cuerpo y Tomo percibió una vez más el sabor de almendras- sólo esta vez lo hicieron
pensar en veneno, en que tan jodidamente peligroso podría ser Jared. Podía ser
expulsado de la banda y ser perseguido por Shannon en venganza, o podía
volverse completa y perdidamente obsesionado con el hombre. De alguna forma
Tomo pensó que esta última idea era la más peligrosa de las dos. Su miembro
comenzó a pulsar y presionó a Jared con más fuerza contra la pared, riendo para
sí mismo cuando su mano se abrió camino entre las piernas de Jared. Jared
estaba duro, y Tomo supo que había ganado.
Unas manos comenzaron removiendo
las ropas de Tomo antes de que este hubiese siquiera pensado en quitar las de
Jared, pero no se quejó y rápidamente alcanzó a Jared. No pasó demasiado antes
de que ambos hombres estuvieran sobre el piso, desnudos excepto por los
calcetines de Jared y los jeans de Tomo aún colgando de un tobillo. Más pastel
fue esparcido sobre el cuerpo de Jared, en su cabello, sobre su estómago y
alcanzando el suave ángulo en la base de su erección. Tomo comenzó a enroscar
sus dedos en él, tirando con gentileza pero con la fuerza suficiente para que
Jared siseara, su miembro saltando con anticipación.
Una masa de glaseado se deslizó
del cabello de Tomo, cayendo contra los ojos de Jared. Y sin pensarlo Tomo se inclinó hacia
adelante, lamiendo la piel suave de los párpados, chupando la dulzura de las pestañas
de Jared. Jared enlazó una de sus piernas alrededor de la cintura de Tomo,
juntándolos y arqueando la espalda para presionarse contra él. Ambos temblaron,
casi en sincronía con las acciones del otro. Tomo sabía que no necesitaba preguntar
para continuar.
Su mano volvió a tomar el pastel,
cubriendo sus dedos con más azul antes de pasar su mano sobre el muslo de Jared
y empujarla debajo de sus testículos. Jared lo miraba ansiosamente, su labio
inferior estaba atrapado entre sus dientes en incertidumbre, pero Tomo sabía lo
que hacía. Aunque estaba pegajoso, el glaseado hacía de un excelente
lubricante. Tomo sabía esto de experiencia y lo había usado para masturbarse en
numerosas ocasiones cuando no podía sacar sus fotos y fantasear.
Unos cuantos giros de sus dedos y
Tomo tenía a Jared temblando de nuevo. Y cuando sintió que Jared estaba lo
suficientemente preparado removió sus dedos del trasero del mayor y los
succionó con la boca, sus ojos cerrándose mientras limpiaba sus dedos,
saboreando la cubierta dulce, pastel de chocolate y más de Jared de lo que
había probado antes. Su estómago se contrajo y sus labios se volvieron una
sonrisa cuando miró hacia abajo, al desastre que había hecho de Jared. Lo
encontró arrebatador.
“Date prisa…” Jared siseó, su mano
acariciaba su propio miembro, y Tomo no necesitó ninguna otra sugerencia. Jaló
a Jared y lo colocó sobre sus rodillas. Jared comenzó a reír cuando perdió el
equilibrio, una mano resbalándose por el desastre en el piso y casi enviándolo
de cara contra el azulejo, pero su risa se volvió un gemido. Tomo separó su
trasero con sus manos y presionó su erección contra su entrada, un gemido
abandonó sus labios cuando comenzó a empujar dentro de su estrecha calidez.
La posición era rara, en parte por
lo resbaloso que estaba el piso y lo cerca que estaban de la pared. Jared no
pudo evitar golpear su cabeza un par de veces cuando Tomo comenzó a embestirlo,
pero valía la pena. Rápidamente encontró un mejor lugar para colocar las manos
y comenzó a empujar contra Tomo. Habría muy probablemente moretones en las
caderas de Jared al final del día, pero a ninguno de ellos le importaba.
Al final, Jared se vino primero,
apretando frenéticamente su miembro a un paso más rápido de lo que Tomo podía
follarlo. Gritó cuando se vino, sus músculos contrayéndose mientras cayó hacia
adelante, dejando que su cabeza descansara contra el piso mientras Tomo
continuaba embistiéndolo. Su simiente se mezcló con el pastel que se hallaba en
el piso debajo de él, y miró cómo las dos sustancias se mezclaban con los ojos
entrecerrados.
Tomo lo siguió poco tiempo después,
casi atravesando su propio labio inferior con sus dientes y reteniendo el
aliento igual que él, tragándose sus propios gemidos. Jadeó y se recostó junto
a Jared. Ambos respiraban pesadamente y estaban pegajosos de azúcar y sudor,
pastel y semen.
“Feliz cumpleaños adelantado, Tomo”
Jared se las arregló para decirlo finalmente, quitando un pedazo de pastel del
cabello de Tomo y poniéndolo dentro de su boca con una sonrisa.
Tomo sonrió mientras negaba con la
cabeza. No tenía palabras, pero sonreía tan ampliamente como Jared. Atrajo a
Jared para un beso lento y deslizó su mano por su costado pegajoso. Se preguntó
vagamente quien de los dos terminaría limpiando el desastre que habían hecho,
pero sólo vagamente. Estaba feliz y satisfecho, y por primera vez en su vida el
mantener como un secreto su pequeño fetiche era lo más alejado en su mente.
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