miércoles, 25 de junio de 2014

Todo es mejor con un beso

Autor: Shinsolo
Traducción: Mafe Jeevas
Datos originales del trabajo
Clasificación: Madura
Categoría: M/M
Parejas: Shannon Leto/Tomo Milicevic
Personajes: Jared Leto, Shannon Leto, Tomo Milicevic.
Publicado: 2013-07-06

Notas originales del autor
Resumen: “Todo es mejor con un beso”, dijo mientras abordaba el tren, solo. “Deja que este viaje sea el tuyo.”

Notas del traductor

Esta obra le pertenece a la escritora ya nombrada, a la cual le agradezco el permitirme traducir sus historias. Su trabajo original puede ser encontrado en el enlace siguiente. Los invito a visitar el sitio y dejar un comentario acerca de lo que opinan, sería un gran apoyo para dicha persona.



Este escrito es enteramente ficción y no tiene otro propósito más que el de entretener a las personas que disfrutan de ello. Los personajes implicados en la historia son sumamente respetados, y el objetivo de esto nunca ha sido ni será el ofenderlos de ninguna manera.

P.D. Siento alterar demasiado el título (para mi gusto), pero pensé que quedaba un poco menos fuera de lugar que su traducción literal.



--o--



Había sido Jared el que sugirió que tomara el viaje. Había sido Jared quien hiciera los arreglos. El reservó el hotel. Compró mis boletos del tren. Se había cansado de tenerme viviendo en su sofá y llorando por ella hasta quedarme dormido. Me dijo que me haría sentirme mejor y olvidaría lo de la ruptura, que me ayudaría a superarlo.

Una semana después estaba en la estación de trenes, con mi bolsa al hombro y boleto en mano.

“Todo es mejor con un beso,” dijo mientras abordaba el tren, solo. “Deja que este viaje sea el tuyo.”

Recuerdo haber ido a mi compartimiento en una especie de letargo. Una nube se había postrado sobre mí desde el día en que la descubrí en la cama con alguien más, y había permanecido allí, sin moverse y creciendo constantemente desde que me dijo que lo amaba más de lo que podría amarme alguna vez. Este viaje era el definitivo. Se llevó toda la esperanza a la cual sujetarme que pudiese haber quedado.

El compartimiento estaba vacío cuando abrí la puerta y tomé asiento. Dejé mi bolsa a mi lado. Todo parecía una mala copia de Harry Potter. La única diferencia entre este compartimiento y los de la película era el esquema de colores menos alegres y la falta de una puerta transparente.

Jared me había advertido que podría tener otros pasajeros en mi compartimiento, pero el tren pronto comenzó a avanzar y aún seguía solo. Ajusté mi chaqueta a mi alrededor y me recosté en el asiento, mi bolsa haciendo de almohada. En un par de minutos el suave meneo del tren me había sumido en un sueño profundo. Y por primera vez en más de un mes, mis sueños estuvieron libres de su rostro.

No sé cuánto tiempo estuve dormido, pero cuando comencé a retomar la consciencia, noté con cierto sobresalto, otra presencia en el lugar. Ya no estaba solo. Había alguien más en mi compartimiento, alguien que me miraba dormir con tal concentración que lo confundí al principio con un maniquí o algo así.

Lo primero que me atrajo de él fue que me recordaba a ella. A decir verdad, parecía como si fuera su hermano gemelo. Sus mechas largas y oscuras eran del mismo largo que las de ella la última vez que la vi. Sus ojos también tenían la misma forma, sólo un poco más pequeños y con un tono café más ligero.

“Siento si te desperté,” dijo cuando notó que lo estaba mirando. “Llegué tarde y te veías tan tranquilo durmiendo que no quise despertarte. Así que dejé que durmieras. Te ves lindo cuando lo haces.”

“Oh… no me despertaste,” me las arreglé para responder aunque su comentario me había tomado desprevenido. “Soy Shannon, por cierto.” Él sonrió y despejó el cabello de su rostro.

“Tomo Milicevic” dijo, tendiéndome la mano.

Regresé el gesto. El frío de su mano me tomó con la guardia baja. Fue en ese momento que noté que no vestía un abrigo o chaqueta de ningún tipo. Su camisa gris de manga larga estaba descolorida y manchada con blanqueador. Sus jeans eran delgados y estaban rotos en ambas rodillas. No tenía calcetines, sólo un par de usados converse, una parte de su pie izquierdo se hacía visible donde el zapato comenzaba a romperse.

“En el norte de Nueva York hace bastante frío en febrero,” dije mientras lo observaba. “Necesitarás ropa más abrigadora si planeas dejar este tren.”

“¿Es allí a donde te diriges?” Me preguntó, ignorando completamente el resto de lo que había dicho.

“Sí. ¿Qué hay de ti?”

“Al norte de Nueva York,” respondió con monotonía.

Sacó un viejo libro de su bolsillo trasero. La tapa del libro se había caído y las páginas estaban amarillas por el tiempo. Y por lo que pude leer en la página del título, no era la clase de libro que podrías encontrar en audio cassette. De hecho, El Jardín de los Placeres Salvajes de la Amante, parecía más el título de una película porno que había visto, que el título de una novela.

A cada página que pasaba, su cuerpo parecía desprender más calor. Y para el momento en que terminó el primer capítulo, no podía quitarle los ojos de encima.

Presionó sus labios y comenzó a jugar seductoramente con su labio inferior, atrapándolo entre sus dientes. Cada cierto tiempo, pasaba su lengua sobre la hilera de dientes superior o inhalaba bruscamente mientras cruzaba o descruzaba sus piernas. Ocasionalmente, un gemido se escapaba de su hermosa boca.

La primera vez que me atrapó mirándolo, simplemente sonrió y estiró su mano hacia mí, como si me estuviera invitando a unírmele, pero lo rechacé. Jared habría esperado que tuviera un par de relaciones de una noche durante estas vacaciones. Lo consideraba parte de mi renacimiento en el mundo de las citas, pero yo sabía que acostarme con un sujeto al azar que conocí en el tren no era muy seguro. Pero para mi sorpresa, eso no impidió que lo dejara sacarme de mi asiento un par de minutos después y me empujara contra el piso alfombrado.

Su boca atacó hambrientamente la mía en el momento en que me rendí a él. El libro que había estado leyendo reposaba junto a mí en el piso y podía sentir su erección presionando contra mi pierna. Pero no era el único, mi miembro había comenzado a endurecerse en el interior de mis jeans.

Sus manos eran como hielo y el interior de su boca era la única parte cálida de su cuerpo. Sabía amargo, con un regusto que sólo podría ser descrito como el resultado de una docena de mamadas acumuladas a lo largo de varias semanas mezcladas con un mes sin lavarse los dientes y consumiendo comida mala de Nueva York. Pero en el calor del momento, no me molestó; y si acaso, funcionó como un exótico afrodisiaco para encenderme aún más.

Tomé su seductor cabello en un puño y lo usé para acercarlo aún más. Nunca había querido tanto algo como lo quería a él en ese momento. Toda lo lógico me decía que lo que hacía era incorrecto, pero no había escapatoria a lo que habíamos empezado.

Sus manos hábiles abrieron mi cinturón en cuestión de segundos y pronto mi miembro estaba totalmente expuesto ante él. Me tomó de la camisa, jalándola lo suficiente para morder mi clavícula. Podía oír mi piel siendo rasgada por sus dientes mientras mordía con suficiente fuerza para hacer que esta sangrara y dejara moretones en mi garganta. No importa cuántas veces traté de recordarme que las paredes del compartimiento del tren eran más delgadas que las de cualquier motel barato, no pude contener los gritos y gemidos que salían de mi cuerpo.

Un gruñido profundo y primitivo salió de su garganta. Ya tenía los pantalones a la altura de los tobillos, y antes de que pudiera entender lo que sucedía, me colocó a la fuerza sobre mi estómago. Mis sentidos fueron agobiados por la esencia del detergente de aspiradoras y spray desinfectante mientras mi cara era enterrada en la pútrida alfombra color vino.

Percibí el inconfundible sonido que hizo cuando escupió en su mano, seguido de sus claras instrucciones de apoyarme en mis rodillas y abrir las piernas. Introdujo uno de sus dedos con saliva en mi trasero, la única preparación que recibiría, y alineó su miembro con mi entrada.

Aunque entró más despacio de lo que había esperado, el dolor seguía siendo insoportable. Quemaba como fuego y abarcaba mi estómago. Por un momento pensé que vomitaría, pero tan pronto como el dolor alcanzó su punto más alto, se fue sosegando. Tomo mordió mi hombro. Asumí que era su forma de preguntar si podía continuar.

“¡Sólo hazlo!” Susurré apretando los dientes.

Soltó una risa maliciosa mientras se reposicionaba detrás de mí y comenzaba a impulsarse dentro y fuera de mi trasero. Cerré los ojos y mordí mi labio inferior para tratar de ignorar el dolor. Sería sólo cuestión de tiempo antes de que el placer opacara al dolor. Sólo tenía que arreglármelas hasta entonces. Mis dientes rompieron el tejido blando de mis labios y el sabor metálico de la sangre llenó mi boca. Cada estocada hacía que mis rodillas dolieran aún más al ser presionadas contra el piso alfombrado.

Gimió cuando aceleró el ritmo. Su respiración era agitada. Presioné las palmas de mis manos contra el piso y comencé a encontrar sus movimientos con los míos. Eché la cabeza hacia atrás y mi cuerpo comenzó a temblar cada vez que su miembro me llenaba.

Mordió mi espalda, arrancando la piel mientras embestía contra mí, y no pude evitar gritar mientras el placer y el dolor se mezclaban en mi interior. Cubrió mi boca con su mano para ahogar mis gritos, después envolvió la otra alrededor de mi erección palpitante.

Podía sentirlo temblar cada vez que empujaba en mi calidez, y sabía que no podría resistir mucho tiempo más. Comenzó a mover su mano de arriba abajo sobre mi miembro, en sincronía con sus embestidas.

La pequeña ventana del compartimiento era la única forma de ver su rostro. En el tenue reflejo, observé como abría su boca y sus ojos se ponían en blanco. Un par de segundos después explotó en mi interior, fui llenado por su cálido simiente, que se derramó de mi trasero cuando se separó.

Sus manos seguían sobre mi miembro y su orgasmo no parecía impedirle en lo más leve el realizar su trabajo. Incrementó su velocidad gradualmente y ajustó su agarre. En minutos me había venido en su mano, gimiendo algo inaudible.

Nos recostamos en lados contrarios del piso del compartimiento mientras nos recuperábamos, sin hablar ni tocarnos. Me quedé dormido por lo que parecieron un par de segundos, pero debió haber sido más tiempo, porque cuando abrí los ojos el tren ya estaba disminuyendo la velocidad y preparándose para detenerse en mi destino, y Tomo se había ido. El único indicio de que había estado allí era una hoja de papel que parecía haber sido arrancada el libro que había estado leyendo. Escrito en la parte superior de la hoja se hallaba un número telefónico con código de área de Nueva York y las palabras “En caso de que quieras un faje.”

Reí y recogí mi bolsa, metiendo la página rota en uno de sus numerosos bolsillos.

Para ese entonces, los otros pasajeros del tren habían empezado a emerger de sus compartimientos. Uno de los auxiliares del tren golpeó ligeramente la puerta de mi compartimiento y anunció que ya era casi hora de mi partida.

La puerta se abrió con un ruidoso chillido. Lo escuché con asombro, sorprendido de que Tomo lo había abierto no una, sino dos veces sin despertarme.

“Disculpe señor,” pregunté a otro asistente que encontré en el estrecho pasillo. “¿Usted vio a dónde fue el otro joven que viajaba en mi compartimiento?”

“Lo siento señor, pero usted tenía un compartimiento privado. No debería haber nadie más con usted.” Respondió, levemente confundido.

“Oh… ¿no había?” Hablé para mí mismo.

“Bueno, no debería, al menos.” El hombre respondió, su voz levemente preocupada.

Sonreí y negué con la cabeza.

“No se preocupe por ello. Probablemente era otro de los pasajeros gastándome una broma.” Dije tratando de asegurarle que todo estaba bien.

Me miró con extrañeza antes de agradecer y despedirse para ayudar a otro de los pasajeros.

Cuando bajé del tren creí ver a Tomo por una fracción de segundo entre la multitud. Pero si era él, lo perdí de vista en el momento en que lo encontré.

No había llegado aún al hotel, y ya había tenido mi primera aventura. Antes de hoy no lo habría ni siquiera considerado, pero por alguna extraña razón, no me remordía la conciencia. De hecho, me sentía mejor que nunca.


martes, 17 de junio de 2014

Ten tu pastel y cómelo también

Autor: ShinSolo
Traducción: Mafe Jeevas
Datos originales del trabajo
Clasificación: Adolescentes y adultos
Categoría: M/M
Parejas: Jared Leto/Tomo Milicevic
Publicado: 2013-07-06

Notas originales del autor
Resumen: Tomo sabía que si dejaba que sus ojos de detuvieran en la forma en que el tenedor de Jared giraba en el espagueti, o la forma en que su lengua se asomaba pícaramente para reunir un poco de salsa, todo estaría acabado. Sus mejillas se enrojecerían y la sangre viajaría directo a su entrepierna. Pero siempre y cuando no mirara, todo estaría bien. ¿Cierto?

Notas del traductor
Esta obra le pertenece a la escritora ya citada, la cual respondió a mi petición y aceptó que tradujera sus historias. Muchas gracias.
Si tienen la oportunidad, visiten su trabajo original y comenten lo que opinan acerca de su obra.

Este escrito es enteramente ficción y no tiene otro propósito más que el de entretener a las personas que disfrutan de ello. Los personajes implicados en la historia son sumamente respetados, y el objetivo de esto nunca ha sido ni será el ofenderlos de ninguna manera.


--o--


Cuando no estaban de gira, las posesiones preciadas de Tomo estaban guardadas al fondo de su clóset, una caja solitaria oculta debajo de una pila de viejas ropas y detrás de sus maletas vacías. Permanecían allí, sin ser tocadas ni vistas, excepto por las raras ocasiones en las que Tomo no podía soportarlo más y tenía que sacarlas, echarles un vistazo y presionar sus labios contra sus superficies lustrosas y sus dorsos de pergamino. No sucedía muy seguido, y no era exactamente un problema, pero aún no se permitía tirarlas, nunca sabía cuándo podría necesitarlas.

De gira, Tomo tenía que ser aún más cuidadoso con ellas. Tenía que ordenar su colección entera, eligiendo cinco o seis máximo y sellándolas dentro de un gran sobre café. Vivían dentro de ese sobre, con el nombre de Tomo escrito a lo largo de la solapa negra y pegado en la parte inferior del colchón de su litera. Por las noches dejaba que sus dedos se deslizaran entre esta y la pared, y se introdujeran debajo, topándose con el papel de la envoltura. Y cada noche caía dormido con una sonrisa en su rostro, soñando con el hombre en las fotos—el mismo hombre que dormía sin saber nada al otro extremo del estrecho pasillo que los separaba—sus manos enguantadas cubiertas con pastel, sus labios sensuales manchados de glaseado.

Usualmente Tomo no dejaba que su extraña obsesión fuera un obstáculo. Cuando le pedían que comiera con Jared, mantenía sus ojos principalmente en su propio plato y seguía cualquier conversación que estuviese a la mano. Sabía que si dejaba que sus ojos se detuvieran en la forma en que el tenedor de Jared giraba en el espagueti, o la forma en que su lengua se asomaba pícaramente para reunir un poco de salsa, todo estaría acabado. Sus mejillas se enrojecerían y la sangre viajaría directo a su entrepierna. Pero siempre y cuando no mirara, todo estaría bien. Así que, que importaba que Shannon asumiera que era de estómago débil cuando veía comer a los demás. Ni tampoco importaba que Jared lo molestara sobre sus hábitos al comer, llamándolo un maniaco de la limpieza. Tomo dejaba que los demás pensaran lo que quisieran. Estaba seguro de que ninguno de ellos era consciente de lo que realmente pensaba cuando se masturbaba en su litera. Era más fácil si ellos no lo sabían.

Sin embargo, cuando vives y trabajas con personas de una forma tan cercana como lo hacían ellos tres, realmente era sólo cuestión de tiempo antes de que alguien diera un paso equivocado. Secretos eran descubiertos, amantes eran sorprendidos, se hacían ebrias confesiones. Algunas veces después de pasar semanas en la carretera, en los espacios de a veces veinticuatro horas entre presentaciones, o después de sentarse frente a un tablero de sonido sin obtener resultados por días, la gente simplemente se sentía con ganas de hablar, de contar cosas. Tomo aún recordaba el día en que había perdido la cuenta de cuántas veces Shannon había salido, en lo que parecía la milésima vez en menos de tres horas. Había tirado sus baquetas con tal fuerza que una de ellas había quedado clavada en la tabla roca de la pared contraria. Todos guardaron silencio y las paredes del estudio parecieron cerrarse a su alrededor, y después súbitamente Shannon lo había dicho. Tomo juró que las palabras “soy gay” habían hecho eco en las baldosas a prueba de sonido, y nadie supo que decir, ni siquiera Jared. Cuando retomaron los ensayos finalmente, la ejecución de Shannon era perfecta, y Tomo le dedicaba una sonrisa reconfortante entre canciones. Y aunque nunca hablaron de ello como grupo, el saberlo les hizo volverse más cercanos. Algunos secretos tenían ese efecto, pero Tomo seguía dudando de que este fuese un secreto de ese tipo.

Anteriormente ese mismo año, en la fiesta de cumpleaños de Shannon, Tomo había estado más cerca que nunca de meter la pata. Fue incluso tan lejos como para besar a Jared, para probar la dulzura del helado mezclada con el extraño sabor casi almendrado de los labios de Jared, para sentir la forma en que el frío se mezclaba con la calidez en violentos remolinos dentro de su boca. Para sorpresa de Tomo, Jared abrió la boca, devolviendo el beso sin vacilar ni un momento. Pero sus ojos azules estudiaban a Tomo un tiempo después, preguntándose silenciosamente qué motivos pudo haber tenido Tomo para besarlo. Honestamente, ni el mismo Tomo sabía tampoco el porqué lo había besado. Sólo había surgido algo sobre la forma en cómo Jared volcaba su cuchara con cada mordida que tomaba, chupando cada gota de la crema del metal. Y aunque Tomo juraba haber escuchado a Shannon y Jared discutir sobre aquello la mañana siguiente, desde el momento en que sus labios se separaron, el beso sólo se convirtió en otra de las cosas de las que nunca hablaban. Desde entonces, Tomo se sorprendía constantemente tocando sus labios y preguntándose si Jared aún sabía a almendras mezcladas con un ligero toque de vainilla.

Tomo nunca se dijo a sí mismo que debía permanecer lejos de Jared. Nunca se encontraba jurando silenciosamente que nunca lo tocaría de nuevo, que nunca trataría de besarlo una vez más. De hecho, Tomo sabía muy bien que si alguna vez tuviera la oportunidad, lo haría. Sólo que dicha oportunidad nunca regresó. Estaban ocupados trabajando en el nuevo álbum y Jared comenzó a pasar las noches en vela, lo que hizo que Shannon casi enloqueciera de la preocupación. Los meses pasaron y lentamente el álbum comenzó a tomar forma. Jared comenzó a saltarse más comidas de las que tomaba, y cuando Shannon traía comida al estudio, Tomo estaba normalmente demasiado ocupado en su propio trabajo como para prestar realmente atención a la forma en la que Jared comía. Pitas vegetarianas y comida china para llevar no tenía el mismo efecto para él, de todas formas.

No fue sino hasta finales de agosto, sólo una semana antes de su treintavo cumpleaños, que Tomo se topó con algo a lo que no podía ignorar. Un sueño húmedo en persona.

Había llegado temprano, debía de admitirlo, y sabía que Jared probablemente haría algo para su cumpleaños—especialmente porque eran sus treinta y Jared creía que era de mala suerte no celebrar las décadas cumplidas—pero aún así no se esperó llegar antes que Shannon al estudio. Tampoco había previsto encontrarse con Jared inclinado sobre la mesa, sus dedos aplastando lo que parecía ser una pulgada entera de glaseado azul brillante sobre un pastel de dos capas, que Tomo descubrió después, había sido horneado por el mismo. El aliento de Tomo se atoró en su garganta mientras miraba cómo Jared chupaba el primer dedo, su lengua removiendo hábilmente cada gota de la dulzura azucarada color azul que lo cubría. Era de lejos una de las cosas más sensuales que había visto a Jared hacer con un pastel, y ya lo había visto hacer un par de cosas—incluso tenía fotos para probarlo. Lo había visto tomar puños de dicho alimento y arrojarlo sobre toda la gente a su alrededor. Había visto a Jared alimentando a su hermano, echando más sobre su rostro que su boca en sí. Le había visto quitarse lentamente los guantes sin dedos y chupar la tela con su boca, saboreando los pedazos de pastel que aún se encontraban en ellos. Pero ninguna de esas cosas había hecho que se le cortara la respiración y que sus rodillas temblaran tan rápido.

Jared le sonrió a Tomo cuando lo notó parado allí, y los ojos de Tomo cayeron en una pizca de azul en la esquina de esa sonrisa, la pequeña mancha de dulce que su lengua había pasado por alto. Antes de que se diera cuenta de lo que hacía, Tomo cruzó la habitación y sujetó a Jared contra la pared cercana a la mesa, una mano presionada contra el hombro de Jared y  el otro brazo estirado, recorriendo sus labios con sus dedos. Estaba temblando, pero no le importaba. No iba a perder otra oportunidad, al demonio con lo que Jared considerara raro.

“¿Tomo?” Jared susurró, sonando casi tan inseguro de sí mismo como Tomo se sentía. Una vez más sus ojos se encontraron con los de Tomo, preguntando y buscando algún signo que indicara una respuesta, pero esta vez Tomo no dejó que esos ojos lo detuvieran. Antes de que Jared pudiera decir algo más, su boca estaba sobre la suya, besándolo con más hambre que la que había tenido antes, en la fiesta de Shannon.

Un gemido se deslizó de la garganta de Tomo y se coló en la boca de Jared, su lengua buscaba en el beso cada pizca de la dulce cubierta que pudiera hallar. Su cerebro registró vagamente que Jared sabía a almendras, pero Tomo lo dejó de lado al mismo tiempo en que Jared se deslizó contra la pared camino al piso, llevando a Tomo consigo. Tomo había esperado que lo empujara, le diera una bofetada tan fuerte que le dejara un moretón, incluso que le escupiera o gritara que lo estaban violando. El pensamiento de que de hecho se rendiría, de que lo querría, nunca había cruzado por la mente de Tomo.

Camino abajo el beso nunca se rompió, Tomo se separó sólo después de que sus manos jalaron las ropas, y después de que el impacto inicial de besar a Jared Leto había disminuido sólo lo suficiente para que recobrara algo de consciencia. Presionó un dedo contra los labios de Jared, acallándolo antes de que pudiera preguntar por qué Tomo de había detenido, y se estiró hacia la mesa, tomando un puño del viscoso pastel. Sin perder el ritmo, Tomo esparció el pastel sobre los labios de Jared, empujándolo dentro de sus labios abiertos, frotando el color azul contra su piel pálida, trazando líneas suaves sobre su barbilla y hacia abajo por su garganta.

Jared entrecerró los ojos y escupió parte del pastel para poder decir “Así que esto es lo que has querido hacerme, huh?”

“En parte…” Tomo respondió con una sonrisa, inclinándose para lamer más de la cubierta en la mejilla de Jared. Y cuando lo atrajo hacia sí, besándolo más fuerte que antes, Jared sabía aún más al paraíso. “Eres tan mío ahora.”

Jared gruñó en la boca de Tomo y mordió su labio inferior, trasladando pedazos de azul y chocolate a los labios y el rostro de Tomo mientras luchaba por controlar el beso. Tomo no estaba muy ansioso por perder el control de la situación. Sus dedos tomaron un puño del cabello corto de Jared y jaló bruscamente su cabeza hacia atrás. La boca de Jared se abrió y enterró sus uñas cortas en el costado de Tomo, una orden, un reto mudo que no dejaría que Tomo tuviera el control de la situación. Sin embargo, a pesar de ser más joven, Tomo seguía siendo más grande y pesado que Jared, y Jared sabía que no tenía oportunidad. Tomaba más que una disposición para dar órdenes y un bonito trasero para que Tomo dejara que alguien más llevara el mando si a sexo se referían.

Tomo jaló la cabeza de Jared aún más hacia atrás y mordió su garganta, había menos pastel en esa parte de su cuerpo y Tomo percibió una vez más el sabor de almendras- sólo esta vez lo hicieron pensar en veneno, en que tan jodidamente peligroso podría ser Jared. Podía ser expulsado de la banda y ser perseguido por Shannon en venganza, o podía volverse completa y perdidamente obsesionado con el hombre. De alguna forma Tomo pensó que esta última idea era la más peligrosa de las dos. Su miembro comenzó a pulsar y presionó a Jared con más fuerza contra la pared, riendo para sí mismo cuando su mano se abrió camino entre las piernas de Jared. Jared estaba duro, y Tomo supo que había ganado.

Unas manos comenzaron removiendo las ropas de Tomo antes de que este hubiese siquiera pensado en quitar las de Jared, pero no se quejó y rápidamente alcanzó a Jared. No pasó demasiado antes de que ambos hombres estuvieran sobre el piso, desnudos excepto por los calcetines de Jared y los jeans de Tomo aún colgando de un tobillo. Más pastel fue esparcido sobre el cuerpo de Jared, en su cabello, sobre su estómago y alcanzando el suave ángulo en la base de su erección. Tomo comenzó a enroscar sus dedos en él, tirando con gentileza pero con la fuerza suficiente para que Jared siseara, su miembro saltando con anticipación.

Una masa de glaseado se deslizó del cabello de Tomo, cayendo contra los ojos de Jared.  Y sin pensarlo Tomo se inclinó hacia adelante, lamiendo la piel suave de los párpados, chupando la dulzura de las pestañas de Jared. Jared enlazó una de sus piernas alrededor de la cintura de Tomo, juntándolos y arqueando la espalda para presionarse contra él. Ambos temblaron, casi en sincronía con las acciones del otro. Tomo sabía que no necesitaba preguntar para continuar.

Su mano volvió a tomar el pastel, cubriendo sus dedos con más azul antes de pasar su mano sobre el muslo de Jared y empujarla debajo de sus testículos. Jared lo miraba ansiosamente, su labio inferior estaba atrapado entre sus dientes en incertidumbre, pero Tomo sabía lo que hacía. Aunque estaba pegajoso, el glaseado hacía de un excelente lubricante. Tomo sabía esto de experiencia y lo había usado para masturbarse en numerosas ocasiones cuando no podía sacar sus fotos y fantasear.

Unos cuantos giros de sus dedos y Tomo tenía a Jared temblando de nuevo. Y cuando sintió que Jared estaba lo suficientemente preparado removió sus dedos del trasero del mayor y los succionó con la boca, sus ojos cerrándose mientras limpiaba sus dedos, saboreando la cubierta dulce, pastel de chocolate y más de Jared de lo que había probado antes. Su estómago se contrajo y sus labios se volvieron una sonrisa cuando miró hacia abajo, al desastre que había hecho de Jared. Lo encontró arrebatador.

“Date prisa…” Jared siseó, su mano acariciaba su propio miembro, y Tomo no necesitó ninguna otra sugerencia. Jaló a Jared y lo colocó sobre sus rodillas. Jared comenzó a reír cuando perdió el equilibrio, una mano resbalándose por el desastre en el piso y casi enviándolo de cara contra el azulejo, pero su risa se volvió un gemido. Tomo separó su trasero con sus manos y presionó su erección contra su entrada, un gemido abandonó sus labios cuando comenzó a empujar dentro de su estrecha calidez.

La posición era rara, en parte por lo resbaloso que estaba el piso y lo cerca que estaban de la pared. Jared no pudo evitar golpear su cabeza un par de veces cuando Tomo comenzó a embestirlo, pero valía la pena. Rápidamente encontró un mejor lugar para colocar las manos y comenzó a empujar contra Tomo. Habría muy probablemente moretones en las caderas de Jared al final del día, pero a ninguno de ellos le importaba.

Al final, Jared se vino primero, apretando frenéticamente su miembro a un paso más rápido de lo que Tomo podía follarlo. Gritó cuando se vino, sus músculos contrayéndose mientras cayó hacia adelante, dejando que su cabeza descansara contra el piso mientras Tomo continuaba embistiéndolo. Su simiente se mezcló con el pastel que se hallaba en el piso debajo de él, y miró cómo las dos sustancias se mezclaban con los ojos entrecerrados.

Tomo lo siguió poco tiempo después, casi atravesando su propio labio inferior con sus dientes y reteniendo el aliento igual que él, tragándose sus propios gemidos. Jadeó y se recostó junto a Jared. Ambos respiraban pesadamente y estaban pegajosos de azúcar y sudor, pastel y semen.

“Feliz cumpleaños adelantado, Tomo” Jared se las arregló para decirlo finalmente, quitando un pedazo de pastel del cabello de Tomo y poniéndolo dentro de su boca con una sonrisa.

Tomo sonrió mientras negaba con la cabeza. No tenía palabras, pero sonreía tan ampliamente como Jared. Atrajo a Jared para un beso lento y deslizó su mano por su costado pegajoso. Se preguntó vagamente quien de los dos terminaría limpiando el desastre que habían hecho, pero sólo vagamente. Estaba feliz y satisfecho, y por primera vez en su vida el mantener como un secreto su pequeño fetiche era lo más alejado en su mente.